Pagas de Navidad, aguinaldo… Seguro que esto te suena. De hecho, de pequeños muchos incitaban a sus hijos a pedir el aguinaldo a la familia (claro que luego lo extendían a los vecinos y después iban casa por casa cantando por el aguinaldo).
Pero, ¿te has preguntado alguna vez cuál es el origen de todo esto? Porque, aunque no lo creas, en realidad tiene un origen. Y eso es lo que te vamos a desvelar.
Las pagas de Navidad, ese plus que te alegra el mes
Sabemos perfectamente que en Navidad tiramos la casa por la ventana muchas veces. Necesitamos comprar regalos, agasajar a los invitados, y todo ello implica gastar dinero. Así que es muy normal que nos acabemos endeudando. De hecho, según las estadísticas, el gasto español va en aumento en estas fechas, algunos hasta pidiendo créditos y préstamos para cumplir con las expectativas que se han creado.
Por eso, la paga de Navidad es tan bienvenida. Lo que no todos saben es que esta paga se comenzó a pagar en la década de 1940, aunque por legislación se impuso en 1980 (concretamente, en el Estatuto de los Trabajadores, artículo 31). Es decir, que ya en los años 40 las personas éramos generosos y sabíamos que se necesitaba un pequeño empujón para lograr satisfacer los deseos de la familia.
Pero, ¿qué decía exactamente? Pues según una Orden Ministerial del 24 de diciembre de 1944, cuando teníamos como ministro de trabajo a José Antonio Girón de Velasco, todo trabajador de industrias no reglamentadas recibiría una gratificación por las fiestas de Navidad, lo que equivalía al sueldo de una semana. Al año siguiente, esa «paga» se extendió a todos (de carácter general) y además de manera indefinida. Y, como ves, sigues estando ahí, solo que ahora es una paga de un mes de trabajo (aunque las empresas lo que hacen es prorratear por 12 mensualidades).
Esto fue ideado por Francisco Franco. Quien en su dictadura, y después de pasar por una Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, quería que las personas pudieran tener algo con lo que celebrar ese momento. Así ayudaba, de alguna manera, a que las personas mejoraran su nivel de vida.
¿Y qué hay del aguinaldo?
Esta palabra es algo que se relaciona sobre todo con los niños, pero lo cierto es que ahora no se “estila” el pedirlo. Algunos lo que recuerdan como “aguinaldo” era a un grupo de personas que se reunían para cantar villancicos. Llevaban una hucha a fin de que los que los oyeran, o en las casas a las que fueran, les dieran algo de dinero por “alegrarles la Navidad”. Pero lo cierto es que el aguinaldo tiene otro origen.
El aguinaldo tiene su origen también por esas fechas, en los años 40. Esto es algo que, con el paso del tiempo, se ha ido perdiendo, pero la verdad es que sería bonito recuperarlo porque así se prestaría atención a los detalles y a hacer las cosas por nosotros mismos (y no comprarlo todo hecho).
Pero pongámonos en situación. En esa época, existían muchos trabajadores «profesionales» como eran barrenderos, lecheros, serenos, etc. Todos ellos estaban ahí cuando se les necesitaba y se ocupaban de que España fuera mejor. Así que idearon una forma de felicitar la Navidad. Y lo hicieron de una manera original: con las felicitaciones de Navidad. Lo que hacían era regalar una felicitación navideña en los domicilios a cambio de recibir ‘la voluntad’, o lo que acabó llamándose ‘aguinaldo’.
El aguinaldo antes de los años 40
Pero en realidad, esta práctica no fue tanto de esa época como de mucho antes. Mucho, mucho. Porque nos tenemos que retrotraer a 1831-1832, cuando en el Diario de Barcelona sus trabajadores tuvieron la idea de que los repartidores entregaran a todos los que estaban suscritos una tarjeta navideña felicitando la Navidad. Tan contentos se pusieron muchos de los suscriptores que los repartidores acababan con una gratificación por ese detalle tan bonito. Y claro, eso hizo que otras empresas y profesionales lo copiaran. Se hizo famoso y es una práctica que hoy ya no se usa tanto.
Se sabe, porque se han conservado algunas de esas tarjetas navideñas, que estas tenían una ilustración relacionada con la Navidad (en 1890 a color). Por detrás, una pequeña poesía relacionada con el trabajo o servicio que le había hecho ese profesional, ya fuera sereno, lechero, carpintero, etc.
No eran frases muy largas, ni tampoco elaboradas. Pero sí decían justo lo que querían decir: una feliz Navidad para esa familia.
Y, como te hemos dicho al principio, esto es algo que hoy día se ha perdido prácticamente en su totalidad. De hecho, el declive empezó en 1970, cuando, debido a las mejores salariales y a las condiciones laborales más positivas, hicieron que los profesionales empezaran a perder esa práctica. Aunque, de cara a los autónomos, podría ser una buena iniciativa para recuperarla. Ya que son el colectivo que no tiene paga de Navidad y que también ellos se merecen pasar una «Navidad como Dios manda».