Hoy, he recordado que el último día de Reyes, vino mi novia a casa para darnos los regalos.
A ella le encantaron mis regalos, a mí también los suyos, comimos un roscón riquísimo y después de tanta perfección, la acerqué a su casa.
Al volver a mi casa, vi que se había dejado el móvil encima de mi mesa.
Su amante, que no sabía que yo existía, llamó unos segundos después. Acabé vomitando el roscón.
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