Las cestas y lotes con los que las empresas agasajan en Navidad son una de las mejores maneras de limar asperezas y de dar un pequeño empujón para terminar el año. Por ello, el contenido de las mismas es una elección que debe realizarse de manera muy cuidadosa. No debemos olvidar que una cesta puede dar a entender mucho más de lo que parece a simple vista. Si es demasiado abundante, el comentario en los pasillos será inevitable: “la empresa no hace más que derrochar”. Pero si, por el contrario, se queda escasa, el agravio comparativo con otras oficinas llegará enseguida, y los empleados se sentirán decepcionados.
¿Cómo escoger la mejor solución? Evidentemente, no debemos perder de vista lo que nos enseña la sabiduría popular, con gran acierto: “nunca llueve a gusto de todos”. Pero, para intentar que al menos sea del gusto de la mayoría, lo recomendable es que se trate de algo moderado, con algunos productos de calidad y otros más discretos.
Bajo estas líneas os mostramos algunos ejemplos de los muchos productos que podemos incluir en la cesta, en caso de que seamos dueños de un negocio y queremos premiar de esta manera el esfuerzo de nuestros empleados en Navidad. No olvidemos, asimismo, los productos regionales y los dulces típicos.
En cuanto a la presentación, podemos optar por una caja tradicional, una cesta, o bien por el llamado baúl, que además de tener mayor capacidad es un regalo en sí mismo, muy útil en el hogar para guardar todo tipo de enseres.
Existen muchas páginas en Internet que nos muestran un amplio catálogo de productos para que nosotros mismos confeccionemos nuestra cesta. Si no tenemos tiempo para ello, o preferimos no arriesgarnos, también podemos hacernos con los lotes ya preparados que nos proponen.