Ya hemos hablado, en entradas anteriores, de algunas tradiciones de la Europa del Este, como la visita de la entrañable Baboushka. Hoy veremos algunas de las costumbres de otro país de la zona: Letonia. Como en tantos otros, durante mucho tiempo el comunismo imperante se esforzó por eliminar cualquier vestigio de la religión cristiana en las celebraciones invernales. Hoy, muchas de ellas se han recuperado, pero sin que las costumbres paganas o ancestrales hayan caído en el olvido. En Letonia podemos encontrar una interesante mezcla de ambos tipos de tradiciones, que convierten a la Navidad en una fiesta muy original.
La receta propia de la Nochebuena son los guisantes grises con salsa ahumada. Aunque lo habitual es cenar en torno a las siete de la tarde, los católicos que quieran acudir a los servicios religiosos de la tarde-noche adelantan el horario hasta las cinco o las seis.
Los regalos a familiares y amigos se entregaban tradicionalmente el 31 de diciembre, y el encargado de traerlos era un personaje llamado Ded Moroz, cuyo nombre, procedente del ruso, significa algo así como “abuelo congelado”. Los cuentos antiguos lo presentan como un hechicero, aficionado a secuestrar a los niños que han sido malos; los padres se ven obligados a hacerle obsequios para recuperar a sus hijos. Sin embargo, con el paso de los siglos fue asimilándose a la figura de Santa Claus, y hoy su cara es mucho más amable. En las fiestas que tienen lugar durante el Año Nuevo es habitual verle aparecer, acompañado de su hija, la “doncella helada”, para repartir los regalos entre los presentes.
A pesar de la presencia de Ded Moroz, Santa Claus también está presente en los hogares letones; es así que el día 24 es común que también se entreguen regalos en su nombre. Se colocan bajo el árbol y pueden recogerse antes de empezar a cenar, pero para hacerlo es necesario recitar un poema o cantar una canción.
En los últimos días del año, también existe la costumbre alejar a los malos espíritus mediante la quema de leños en el exterior de las casas, o bien haciendo rodar un madero alrededor de ellas.