Aunque no es muy conocida en España, en otros países, sobre todo anglosajones, la tradición navideña del muérdago es una de las más antiguas que aún se mantienen. Por su carácter romántico goza de gran popularidad. Como sabemos gracias al cine o a la televisión, se dice que si un hombre y una mujer se encuentran bajo esta planta en Navidad deben besarse.
Al igual que sucede con gran parte de las costumbres que se celebran en esta época, el origen de esta práctica puede rastrearse hasta la época medieval y las festividades paganas. En concreto, el muérdago era un símbolo que remitía al dios nórdico Bálder, representante de la belleza y del sol. Después de sufrir una pesadilla en la que lo veía morir, su madre Frigga habló con todas las criaturas de la Tierra, animales y plantas, para pedirles que no hicieran daño a su hijo. Todas se comprometieron a ello, pero hubo una pequeña, insignificante planta que Frigga dejó atrás sin querer: el muérdago. El malvado dios Loki se dio cuenta de esto, creó una flecha con muérdago y con ella mató a Bálder.
Sin embargo, las lágrimas vertidas por Frigga durante tres días consiguieron que, al cabo de ellos, Bálder pudiera resucitar. Fue tal la alegría de éste al volver a la vida que perdonó al muérdago y lo libró de su capacidad venenosa; además, dio un beso a todo el que pasaba debajo del árbol del cual crecía esta planta, y declaró que todo el que hiciera lo mismo a partir de entonces tendría un amuleto de protección contra el mal.
Gracias a esta leyenda, el muérdago se convirtió en el símbolo de paz y amor que es hoy. Países como Escandinavia, Inglaterra, Noruega o Alemania mantienen esta tradición, que se exportó a Estados Unidos durante la colonización. En Grecia también forma parte de los ritos antiguos del matrimonio, procedente de la festividad conocida en su día como Saturnalia.