7 cuentos de Navidad cortos para contar a los peques

Nadie sabe muy bien que tiene la Navidad pero que hacen de esos días la época del año más especial, ya no solo para los más pequeños de la casa, sino también para el resto de la familia. La Navidad suele ser perfecta para pasarla en familia, en el calor del hogar, y jugando con los más pequeños. Son mucha las cosas que se pueden hacer con ellos, desde jugar con sus juguetes favoritos, pintar una estampa navideña, o por qué no, leer algún cuento donde esté muy presente el espíritu de la Navidad.

Por este motivo, hoy os queremos traer un listado de cuentos de Navidad cortos que son perfectos para contárselos a nuestros hijos antes de irse a la cama durante los días que durará la Navidad 2023. Sin duda, una actividad que es perfecta tanto para los padres como para los pequeños para introducirlos en la magia de esta época del año.

Como os podéis imaginar, cuentos de Navidad cortos hay muchos, pero hoy os queremos traer 8 de ellos que pensamos que son perfectos para disfrutar con los más pequeños de vuestra casa.

Os recomendamos comprar libros sobre Los Reyes Magos para jugar con los más pequeños y como tratar el tema de su existencia, así como otros cuentos de Navidad cortos con los que hacer que vuestros hijos disfruten aún más de la Navidad.

Cuentos de Navidad cortos: La leyenda de la araña de Navidad

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«Hubo una vez hace mucho, mucho tiempo, un hogar alemán en el que la madre se encargaba de limpiar la casa para celebrar el día más maravilloso del año.

Era el día en el que nacía Jesús, el día de la Navidad. Ella limpiaba y limpiaba para que no pudiera ser encontrada ni una sola mota de polvo. Incluso limpió esos rincones en donde en muchas ocasiones al hacer mucho tiempo que no se limpia suelen aparecer minúsculas telas de araña. Las pequeñas arañas, viendo sus telas destruidas, huyeron y subieron a algún rincón del ático.

En esa casa colocaron y decoraron con mucho orgullo y alegría el árbol, y la madre se quedó junto a la chimenea, esperando que sus hijos bajaran de sus habitaciones. Sin embargo, las arañas, que habían sido desterradas tras la ardua limpieza de la madre, estaban desesperadas porque no iban a poder estar presentes en la mañana de Navidad. La araña más vieja y sabia sugirió que podían ver la escena a través de una pequeña rendija en el vestíbulo.

Silenciosamente, salieron del ático, bajaron las escaleras y se escondieron en la pequeña grieta que había en el vestíbulo. De repente la puerta se abrió y las arañas asustadas corrieron por toda la habitación. Se escondieron en el árbol de Navidad y se arrastraron de rama en rama, subiendo y bajando, buscando esconderse en las decoraciones más bonitas.

Cuando Santa Claus bajó por la chimenea aquella noche y se acercó al árbol, se dio cuenta con espanto que estaba lleno de arañas. Santa Claus sintió lástima de las pequeñas arañas, porque son criaturas de Dios, sin embargo pensó que la dueña de la casa no pensaría lo mismo que él.

De inmediato, con un toque de magia, golpeó un poco el árbol y convirtió a las arañas en largas tiras brillantes y luminosas.

Desde entonces, en Alemania, todos los años, los abuelos les cuentan a sus nietos la leyenda de las Arañas de Navidad, y colocan con ellos las guirnaldas brillantes de colores en el árbol.

Y cuenta la tradición que siempre hay que incluir una araña en medio de cada decoración».

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Cuentos de Navidad cortos: La brújula de Santa Claus

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Es uno de los cuentos de Navidad cortos que les encantarán a los más pequeños.

«Esta historia comienza un 24 de diciembre en el Polo Norte.

Los elfos empaquetaban los últimos regalos. Papá Noel estaba subido en el trineo tirado por sus seis renos y Rodolfo, el reno de la nariz roja.

Cuando comprobó que todo estaba listo cogió las riendas del trineo y les dijo a los renos:
¡Levantad el vuelo, esta noche llevaremos regalos e ilusión a todas las casas del mundo!

Se cruzaron con estrellas fugaces, auroras boreales…

Cuando iba a comprobar la brújula se dio cuenta de que estaba estropeada.

¡No puede ser era la única brújula que me quedaba!

Rodolfo se acercó a Papá Noel y le dijo:
Tranquilo, llegaremos bien, con mi nariz roja se podrá ver en la oscuridad.

Y siguieron su camino.

A Rodolfo le costaba situarse en medio del cielo. Pero su ilusión esa noche era tan grande que dirigió el trineo perfectamente.

Empezaron en una casa muy pequeña y con muchos niños, entró por la chimenea y miró alrededor. El salón era frío y casi no tenían muebles, pero en un rincón había un pequeño árbol, casi sin adornos.

Papá Noel dio una palmada y dijo:

¡Ha quedado un salón perfecto!

Ahora tenía muebles preciosos y un gran árbol con adornos y bombillas.

Dejó los regalos en el árbol y salió sin hacer ruido y continuó repartiendo por todas las casas de la ciudad. Entró por chimeneas grandes, pequeñas, altas, bajas…

¡Uf! ¡Qué noche! – dijo Papá Noel. Estoy cansadísimo pero aún así he dado los regalos a los niños.

Miró a sus renos y les dio las gracias.

Rodolfo guíanos de vuelta a casa, dijo Papá Noel.

Llegaron muy rápido.

En la puerta le estaban esperando todos con un pequeño regalo, lo abrió y se rió.

¡Ja, ja, ja! Gracias por esta brújula tan bonita, pero tengo la mejor: ¡Rodolfo!

Le llamó con gran voz, el reno se acercó y le dio con el hocico en la barriga. Los dos sabían que esa noche les haría amigos inseparables».

Cuentos de Navidad cortos: El plan de Alonso

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Los cuentos de Navidad cortos son apropiados para contarlos en la frías tardes de invierno.

«Por fin había llegado el 24 de diciembre. Era el día más frío del año y Papá Noel ya se estaba preparando para repartir los regalos. Todo el mundo estaba nervioso, trabajaba sin parar para tenerlo todo preparado para esa noche mágica. Sin embargo, a Papá Noel llevaban toda la mañana sin verle, hasta que de repente apareció con la cara muy blanca y muy serio. Pidió silencio a toda la sala y los elfos extrañados se callaron.

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Papá Noel dijo muy despacio y muy triste: Este año no habrá Navidad con regalos.

Los elfos se pusieron a gritar a la vez: ¡No puede ser! ¿Qué pasará con los niños?

Papá Noel les explicó que no se encontraba bien, que se había mareado y no podía montarse en el trineo. Los elfos no sabían qué hacer, ellos no se atrevían a montar en el trineo porque eran muy pequeños. Pero si no repartían los regalos iba a ser La Navidad más triste de la historia.

El elfo más joven del grupo, que se llamaba Alonso, tuvo una gran idea para solucionar el problema, tenían que trabajar todos en equipo y bien coordinados. El plan era ir en el trineo en distintas posiciones: cuatro con las riendas, tres en los pedales, dos en la parte alta para mirar y dirigir y otros tres ordenando los regalos.

No se atrevían pero no había otra solución, lo importante era estar muy unidos. Con mucho cuidado cargaron los regalos en el trineo y se colocaron cada uno en su posición. Con un poco de dificultad llegaron a la primera casa, bajaron por la primera chimenea y dejaron los regalos debajo del árbol, después lo demás fue coser y cantar.

Por la mañana todos los niños tenían sus regalos debajo del árbol y los elfos fueron a devolver el trineo y los renos. Papá Noel se acercó a la fábrica y al ver que estaban todos los regalos repartidos se puso muy contento y comprendió que lo más importante de esa noche había sido el compañerismo».

Cuentos de Navidad cortos: Un viaje increíble

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Forma parte de los cuentos de Navidad cortos con los que entretener a tus hijos.

«Esta es la historia de Carlos, un ratón que vivía en la punta de un cerro. Carlos trabajaba día y noche para limpiar el polvo a una bota que hace años atrás le había regalado su amigo, el viejito Michel.

Ya era costumbre para él pasar las navidades con esa bota, y como faltaba poco para las fiestas, escuchó que golpeaban su puerta.

¡Era su amigo Michel, que venía del pueblo!

Se le veía muy cansado. Carlos le dijo a Michel que se sentara a descansar. Michel había subido caminando hasta la punta del cerro para invitar a Carlos a pasar la Navidad en su casa. Michel pensaba que su amigo se sentiría solo en Navidad. Michel había tardado en su viaje más de los que debía, sabía que para subir a la punta del cerro tenía que caminar nueve días, pero,… debido a lo resbaloso del pasto, había tardado el doble.

Michel se encontraba cansado y triste porque faltaban solo tres días para la Navidad. Sabía que era imposible estar de vuelta con su familia para ese día.

Así que Carlos, preocupado, pensaba y pensaba en cómo poder ayudar a su amigo. ¡Y planeó un viaje increíble!

Y fue así que, con voluntad y amistad, Carlos y Michel celebraron juntos la Navidad. Carlos con su bota, y Michel con su familia».

Cuentos de Navidad cortos: El perrito

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Un precioso relato que forma parte de esta colección de cuentos de Navidad cortos.

«Había una vez un perrito abandonado que vivía muy triste y solito porque nadie le quería. Era el más feo de sus hermanos y ningún niño le había querido adoptar.
Comía lo que encontraba por la calle y siempre tenía miedo porque a veces los niños le tiraban piedras.

Un día vio a unos señores con unos trajes muy bonitos y como parecían que tenían bastante comida y tenían cara de ser buenos, se puso a seguirles.

Pasaron montañas y ríos, desiertos y bosques. El perrito estaba ya cansado y se preguntaba cuándo llegarían a su casa aquellos señores. Algunas veces pensaba que se debían haber perdido porque no sabían seguir, hasta que veían una estrella en el cielo y se ponían a seguirla.

Una noche, llegaron hasta un pueblo pequeño, y al final, llegaron hasta una casa un poco rota. La estrella estaba brillando encima de la casa. Dentro estaba una señora muy guapa y un señor con barba y, en una cunita de paja había un niño pequeño que no paraba de llorar.

Había mucha gente que entraba y dejaba alguna cosa en el suelo: un pan, unas frutas, una manta… y el niño seguía llorando. Los tres señores sacaron tres cajitas y se las dieron también, pero el niño no dejaba de llorar.

Sus papás parecían preocupados. Entonces se acercó el perrito con mucho cuidado hasta la cunita y le puso el hocico encima, moviendo la cola. José, que así se llamaba el señor de la barba le iba a echar de allí, pero entonces el niño miró los ojitos del perrito, dejó de llorar y luego se puso a reír, reír y a reír…

El perrito sintió que por fin tenía una familia de verdad y el niño sintió que aquél era su mejor regalo».

Cuentos de Navidad cortos: El arbolito de Navidad

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Otro fantástico relato de los cuentos de Navidad cortos.

«Erase una vez, hace mucho tiempo, una isla en la que había un pueblecito. En ese pueblecito vivía una familia muy pobre. Cuando estaba próxima la Navidad, ellos no sabían como celebrarla sin dinero.

Entonces el padre de la familia empezó a preguntarse cómo podía ganar dinero para pasar la noche de Navidad compartiendo un pavo al horno con su familia, disfrutando de la velada junto al fuego.

Decidió que ganaría algo de dinero vendiendo árboles de Navidad. Así, al día siguiente se levantó muy temprano y se fue a la montaña a cortar algunos pinos.

Subió a la montaña, cortó cinco pinos y los cargó en su carroza para venderlos en el mercado. Cuando sólo quedaban dos días para Navidad, todavía nadie le había comprado ninguno de los pinos.

Finalmente, decidió que puesta que nadie le iba a comprar los abetos, se los regalaría a aquellas personas más pobres que su familia. La gente se mostró muy agradecida ante el regalo.

La noche de Navidad, cuando regresó a su casa, el hombre recibió una gran sorpresa. Encima de la mesa había un pavo y al lado un arbolito pequeño.

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Su esposa le explicó que alguien muy bondadoso había dejado eso en su puerta. Aquella noche el hombre supo que ese regalo tenía que haber sido concedido por la buena obra que él había hecho regalando los abetos que cortó en la montaña».

Cuentos de Navidad cortos: El mejor regalo de Santa

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Para finalizar esta colección de cuentos de Navidad cortos: El mejor regalo de Santa.

«Este era un niño que vivía muy feliz y cada año recibía los mejores regalos de Santa. Sin embargo tenía un amigo que nunca tenía una sonrisa en su cara, siempre andaba callado y pensativo. En una ocasión le preguntó qué juguetes le había traído Santa en Navidad, pensando que así se animaría, y cuando vio la tristeza en su rostro supo la respuesta.

¿Cómo podría ser?, se preguntó el niño que no entendía por qué Santa se había olvidado de su amigo. Así fue como al año siguiente se propuso esperar a Santa y preguntarle si no tenía suficientes regalos para todos los niños.

Puntual con las campanadas de las doce, el niño sintió los cascos de los renos patear sobre el tejado de su habitación. Se lanzó a correr y justo a tiempo para encontrar a Santa saliendo de entre cenizas y troncos.

El niño que estaba fuertemente decidido a confrontar a Santa le preguntó. Santa, ¿acaso no tienes suficientes regalos en tu saco para todos los niños? Mi amigo el año pasado no recibió nada, así que este año yo le cedo mis juguetes.

El viejecillo miró consternado al niño y le dijo. Querido eres un niño muy dulce y bueno, es por eso que cada Nochebuena esta es una de las primeras chimeneas que visitó. Lo cierto es que mi saco es mágico, dentro de él guardo millones de juguetes para todos los niños del mundo. Pero a pesar de que visitó a cada niño y niña, no siempre puedo dejarles juguetes. En algunos hogares encuentro sufrimiento y tristeza, por lo que mis juguetes no son suficientes para cambiar eso.

Viendo que el niño seguía esperando el resto de la explicación, Santa continuó diciendo. A esos niños que no son felices les doy el mejor regalo que tengo para dar. En mi saco también cargó amor, oraciones y esperanza, por lo que rezó junto a sus camas para que reciban el próximo año la alegría del espíritu de la Navidad.

El niño comprendió entonces que Santa repartía diferentes tipos de regalos y decidió que él también podía ayudar a su amigo, por lo que exclamó. Pues yo también voy a ayudar a mi amigo compartiendo mi alegría y amistad con él. A lo que Santa le contestó con una sonrisa tierna y desapareció».

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La estrella perdida de Navidad

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El último Cuentos de Navidad cortos nos deja valores muy importantes que todos los niños deberían de adquirir y tener en cuenta.

Había una vez un pequeño pueblo enclavado en las montañas cubiertas de nieve. La víspera de Navidad estaba a punto de llegar, y todos los habitantes estaban emocionados. El pueblo se preparaba para su celebración anual, que siempre incluía una hermosa estrella que brillaba sobre el árbol de Navidad en la plaza principal.

La estrella era única, pues se decía que poseía el poder de hacer realidad los deseos de aquellos que la contemplaban. Durante generaciones, la estrella había sido el faro de esperanza para la comunidad. Pero ese año, algo inusual sucedió: la estrella había desaparecido.

Los niños del pueblo estaban desolados. La estrella siempre era lo más emocionante de la Navidad para ellos. Se reunieron en el pequeño parque del pueblo para discutir cómo podrían recuperarla. Uno de los niños, llamado Pablo, propuso que hicieran un viaje al bosque cercano, donde había un antiguo y sabio búho que, según las historias, sabía dónde encontrar la estrella perdida.

Guiados por la luz de la luna, los niños se aventuraron en el bosque. Después de caminar durante un rato, encontraron al anciano búho en la rama de un árbol. Le contaron su historia y cómo estaban decididos a recuperar la estrella de Navidad.

El búho les miró con sabiduría y les explicó que la estrella había perdido su brillo debido a la falta de bondad en el mundo. Para encontrarla, debían emprender un viaje que los llevaría por actos de amabilidad y generosidad. Solo cuando la estrella viera que la bondad había regresado al mundo, volvería a brillar.

Los niños aceptaron el desafío y comenzaron su viaje. Ayudaron a ancianos a cruzar la calle, compartieron sus juguetes con niños menos afortunados y ayudaron a recoger alimentos para las familias necesitadas. Cada acto de amabilidad les acercaba un poco más a su objetivo.

La víspera de Navidad finalmente llegó, y los niños regresaron al pueblo. Aunque no habían encontrado la estrella perdida, se sentían llenos de alegría por los actos de bondad que habían realizado. Sabían que habían hecho del mundo un lugar un poco mejor.

Cuando llegaron a la plaza principal, se dieron cuenta de que algo sorprendente estaba sucediendo. La estrella, que antes estaba apagada, comenzó a brillar con un resplandor deslumbrante. Todos los habitantes del pueblo se reunieron alrededor del árbol de Navidad, maravillados ante el milagro que tenían ante sus ojos.

Fue entonces cuando comprendieron la lección que habían aprendido: la verdadera magia de la Navidad no se encuentra en los regalos o las luces brillantes, sino en el amor y la bondad que compartimos con los demás. La estrella les recordó que, cuando nos preocupamos por los demás y hacemos el bien, podemos iluminar el mundo con la luz de la esperanza y la alegría.

Desde ese día, la estrella siguió brillando en la plaza del pueblo cada Navidad, pero ahora todos sabían que su brillo dependía del amor y la bondad en sus corazones. Y así, cada año, el pequeño pueblo en las montañas celebraba la Navidad recordando la importancia de hacer el bien y mantener viva la verdadera magia de la temporada.

¿Cuál de todos los cuentos de Navidad cortos es el que mas te ha gustado?

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