Existe una disciplina llamada belenismo que consiste en la construcción y desarrollo de belenes, o pesebres, que representan de forma plástica el nacimiento de Jesucristo. En la tradición católica la construcción de belenes y su exposición forma parte de la liturgia navideña en numerosas partes del mundo.
La primera vez que se celebró una noche buena con un pesebre fue en 1223. San Francisco de Asís mandó a construir el belén en una cueva cercana a la ermita de Greccio. A diferencia de los pesebres actuales, donde se representa el nacimiento de Jesús con figuritas y miniaturas de objetos cotidianos, sino con animales.
La misa nocturna
San Francisco de Asís celebró la misa nocturna con una representación simbólica del nacimiento de Cristo que incluía un buey y una mula. Esta representación respondía a la tradición cristiana y a los evangelios apócrifos y la lectura de Isaías donde dice “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne”.
En uno de los primeros pesebres que representan el nacimiento de Jesucristo y que fue descubierto en las catacumbas de la Basílica de San Sebastían en Roma, la mula y el asno ya figuran como piezas fundamentales en la construcción del belén.
La representación de San Francisco de Asís fue tan humilde como puede esperarse de aquella época. En una cueva oscura, fría y con animales. Dicen las recolecciones de dicho evento que en un momento Juan de Greccio vio a un hermoso niño dormido en el pesebre, y el padre Francisco lo cogió en sus brazos y lo hizo dormir.
El belenismo se ha convertido en una tradición y cada año hay competencias entre diferentes iglesias y hogares para ver quién hace el mejor, pero al fin y al cabo es una forma más de representar y demostrar el amor por Jesús.