En esta ocasión te traigo un bellísimo cuento, perfecto para que los más pequeños de la casa lo disfruten en estas fechas navideñas. Nos enseña que con voluntad y fortaleza se puede conseguir lo que se quiera.
Jorgito obtuvo buenas calificaciones escolares y recibió como premio una caja de juguetes con trenes, un arlequín, una bailarina y soldaditos de plomo. Con tristeza, Jorgito se dio cuenta que a uno de sus soldados le faltaba una pierna, pero lo quiso más porque ello indicaba que la había perdido heroicamente en una batalla. Un día por la noche y cuando todos dormían, sonó el clarín de los juguetes y uno por uno empezaron a cobrar vida.
El soldadito de plomo quiso estar más cerca de la muñeca bailarina que no paraba de sonreírle, pero el malvado arlequín negro se interpuso entre ellos tratando de evitar su cercanía. Y fue tanto su rencor que al abrir la ventana logró que un fuerte viento lanzara por los aires al soldadito que apenas podía mantenerse de pie con una sola pierna.
La bailarina lloró y el arlequín se burló al ver que el soldadito caía en una charca y que un vagabundo lo alejaba en un endeble barco de papel. Pero, lejos de sentirse vencido, el valiente soldadito de plomo al percibir el llanto de su amada se armó de valor y blandiendo su espada, decidió enfrentar al malvado arlequín y a los que no querían verlos juntos.
El barquito de papel tomó el curso de una alcantarilla y en medio de la oscuridad, apareció una enorme rata que trató de atacarlo, pero gracias a la hábil maniobra de nuestro héroe pudo alejarse de la orilla. El barquito se dejó llevar por la corriente que anunciaba la presencia de un río. El barco naufragó, el soldadito se hundió muy profundo y allí un salmón se lo tragó. Ya dentro, una especie de sismo lo lanzó contra el espinazo del pez y quedó desmayado.
Al despertar no podía creerlo: estaba en casa de Jorgito, donde llegó el salmón que había sido pescado por el padre para cenar. El soldadito corrió en busca de su amada. Se abrazaron felices e iban a casarse, pero el malvado arlequín atropelló al soldadito, enviándolo a las brasas de la chimenea. Sin pensarlo dos veces, la bella bailarina fue tras él y algo maravilloso ocurrió. El cielo los llamó y juntos se elevaron para ser felices durante toda su vida.