La navidad supone un tiempo de reflexión y solidaridad, un más allá de la actitud consumista que suele imperar en la temporada, y por ello es importante retomar las cosas importantes de la celebración. Y aunque la temporada se llena de clásicos relatos navideños que transmiten precisamente esos sentimientos de amistad y fraternidad navideña, algunos resultan agradables reflexiones que nos llevan a pensar en ello, y a plantearnos esos sentimientos y no solo para navidad sino para cada día.
Hoy te contamos sobre «El abeto» una historia navideña del genial autor de historias infantiles Hans Christian Andersen, que destinada a los niños y el entorno de la celebración navideña, resulta una fábula entretenida pero que pretende dejar un mensaje que ya no es solo para niños, sino para todos en el sentido de que quizá debemos ver siempre hacia lo que nos rodea antes de lamentarnos por no tener aquellas cosas que quizá al tenerlas no nos hagan tan felices.
El Abeto de Hans Christian Andersen, nos relata la historia de un tierno abeto que viviendo en un bosque se queja de su vida actual y añora cambiar de ambiente, ¿te ha pasado? nos ha pasado en algún momento a todos. Nuestro abeto se queja de su juventud que lo mantiene atado al bosque cuando cada navidad llegan los hombres a seleccionar los más hermosos abetos para adornar algún salón navideño, y el abeto como cualquier espíritu juvenil añora «conocer mundo y dejar de lado su aburrida existencia».
Pero el tiempo transcurre y el abeto se ha convertido en un maravilloso árbol, ya sus ramas son encantadoras opciones para decorar y resulta atractivo para los que cada año lo han dejado de lado, y ahora ha sido llevado a una casa para convertirse en el árbol de una familia feliz en navidad. El abeto no podía ser más feliz, sus sueños se han realizado. Su alegría es total cuando lo reciben con júbilo los pequeños del hogar, lo llenan de ornamentos y se convierte en el protagonista de la celebración, siendo admirado por los visitantes al hogar.
Todo cambiará cuando transcurran los días y llegue un nuevo año, nuestro abeto es relegado al olvido, retirados sus encantadores ornamentos, es enviado a la basura, que ya no es navidad y no es útil para decorar. Con tristeza comprueba el abeto, que quizá la vida que tenía era mejor que el destino que ahora le toca enfrentar, y que perdió mucho tiempo de su juventud lamentándose por su vida en lugar de disfrutarla…entrañable reflexión que vale siempre..disfrutar lo que se tiene y no desaprovechar los momentos de cada día añorando un futuro que no conocemos.