Ya tenemos casi con nosotros la famosa noche de los muertos, la fiesta que supone un preludio a la Navidad. Aunque se trata de una tradición muy antigua, en los últimos años ha cobrado gran importancia gracias a la influencia anglosajona, pasando a denominarse Halloween incluso en lugares en los que nunca había sido conocida así. ¿Te has preguntado alguna vez cuál es realmente su origen?
La primera cultura en celebrar un día y una noche de vigilia en homenaje a sus difuntos fue la celta. El nombre que daban a dicha festividad era Samhain (todavía hoy los cultos paganos y wiccanos la celebran con este nombre y con los ritos que se practicaban en aquel entonces). También tenía lugar el día 31 de octubre y marcaba el tránsito entre el viejo y el nuevo año.
La fiesta siguió viva a pesar de la asimilación de los celtas por parte de los romanos; éstos la mezclaron con otra tradición propia, dedicada a la fertilidad. Tiempo después, ya en el siglo I después de Cristo, cuando la doctrina de éste se encontraba en plena expansión por Occidente, el papa Gregorio IV decidió instaurar tanto la noche del 31 de octubre como el 1 de noviembre como días especiales para rendir homenaje, nuevamente, a los ya fallecidos. Esta nueva tradición adquirió, años más tarde, el nombre inglés de All Hallow´s Even… y no es difícil deducir que, con el paso del tiempo, el nombre acabó por evolucionar y convertirse en nuestro actual Halloween. El resto (las costumbres, la iconografía) ya es más que conocido por todos nosotros, ¿verdad?