El ponche de huevo suele tomarse tanto en Navidad como en Año Nuevo y Acción de Gracias en Estados Unidos y Canadá. Tiene un origen muy curioso, relacionado precisamente con la primera de las fiestas mencionadas.
En 1826, en la Costa Oeste, un grupo de jóvenes cadetes decidió celebrar una fiesta de Navidad para intentar mitigar la tristeza de encontrarse lejos de sus familias en tan señalada fecha. Como curiosidad, entre ellos estaba, según cuenta la leyenda, el futuro presidente Jefferson.
En el cuartel no estaban permitidas fiestas de ningún tipo, ni siquiera en Navidad, y mucho menos introducir bebidas alcohólicas. Por ello, los cadetes se las ingeniaron para crear una bebida con ingredientes que pudieran llevar con ellos sin temor a ser descubiertos, y que les alegrara su fiesta clandestina. La llamaron “ponche de huevo” (eggnog en inglés), y en su origen se trataba sólo de leche con huevos y azúcar. Pero tiempo más tarde, cuando los cadetes salieron al exterior, se llevaron con ellos la receta y le fueron añadiendo sucesivas modificaciones; entre ellas, cómo no, la de añadir alcohol. Así fue cómo se creó la que hoy conocemos.
Hoy en día, este tipo de ponche todavía es muy popular en diferentes épocas del año, como hemos comentado. Además, también fue exportado a Inglaterra (en el año en que se creó, no lo olvidemos, Estados Unidos todavía era colonia inglesa, por lo que el tránsito y el contagio entre ambos países era muy frecuente). Allí se le añadieron especias, cerveza, vino u otras bebidas espirituosas.
También existe una receta que, según se cuenta, proviene del propio George Washington: entre otros ingredientes, lleva brandy y ron, además, por supuesto, de huevos y leche.
Si viajamos a Estados Unidos en Navidad, no nos será nada difícil encontrar ponche de huevo en tiendas de alimentación, tanto en versiones con alcohol como sin él. Pero, si lo deseamos, también podemos elaborarlo por nuestra cuenta en casa y dar un toque original (¡e internacional!) a nuestra celebración.