En los bosques de nuestro país, hay muchos tipos diferentes de criaturas que la gente no puede ver. Todas ellas son parte de la naturaleza, y la gente ha escrito muchas historias y fábulas acerca de ellas.
Hace muchos años, en los profundos bosques de Cantabria, vivía un Hada Buena y muy hermosa. Su pelo era amarillo como el sol y sus ojos muy brillantes. Como todas las hadas buenas de Cantabria, esta era muy bondadosa con la gente y siempre estaba acompañada por unos pequeños Enanucos, que la ayudaban en su trabajo.
Un día, mientras cruzaba a través del bosque, se paró a mirarse y a peinar sus cabellos en el río. De repente, empezó a oír muy agitados a los Enanucos que habían encontrado algo que se movía entre unos troncos. El Hada se acercó y todos los Enanucos mirándola.
“Es un bebé, en un bebé”, dijeron todos. “No podemos dejarlo aquí, se moriría de frío”, dijo el Hada, “tenemos que buscarle un hogar con los humanos”.
“Desde ahora – dijo el Hada al bebé – te llamaremos Esteru, porque es maravilloso haberte encontrado. Y por ello, te daré los regalos de ‘valentía’ y ‘bondad’, durante toda tu vida”. Entonces el Hada cogió al bebé y lo llevó a una casita en el límite del bosque donde vivían un hombre y una mujer que no tenían niños. “Ellos le cuidaran muy bien y estarán felices de tener este niño”, dijo el Hada, y dejó al niño en la puerta para ellos.
El hombre salió de la casa y se sorprendió mucho al ver al bebé, y llamó a su esposa: “¡¡Cuca, Cuca, ven aquí rápidamente!!¡¡Ven a ver lo que han dejado!!”. Tal como el Hada había dicho, el hombre y la mujer fueron muy felices al encontrar a este niño e inmediatamente le cubrieron con una cálida manta y lo tomaron como su hijo.
Y así fue como Esteru llegó a crecer en aquellas maravillosas montañas, hasta que se convirtió en un fuerte y amable hombre. Sus padres fueron muy felices y Esteru se sentía muy querido.
Esteru trabajaba todos los días de la mañana a la noche, cortando madera y ayudando a su anciano padre a vender los coloños de madera por los pueblos. Después de muchos años sus padres murieron y se quedó muy solo en la casa del bosque.
Fueron pasando los años y se fue haciendo mayor, su cara comenzó a arrugarse y su pelo a ponerse blanco y con una gran capa gris. Con el tiempo, se volvió triste y se dio cuenta de que lo que necesitaba era ayudar a otras personas que lo necesitaban. Así recordó que en el pueblo había una casa en la cual vivían muchos niños que no tenían padres. Ellos vivían de cualquier cosa que la gente del pueblo les llevara, y él se dio cuenta de que esos niños estaban muy solos, justo como él, y que podría hacer cosas para ellos de modo que fueran felices.
Esteru era muy inteligente y muy bueno haciendo cosas con sus manos, de manera que hizo algunos juguetes de madera para aquellos niños: pequeños juguetes y muñecas, que él podría llevar a los niños cuando fuera al pueblo a vender su madera. Cuando terminó las muñecas, los puso en una gran bolsa. Puso la bolsa sobre su burro y marchó hacia el pueblo. Estaba muy feliz por dentro aquel día, y sus ojos brillaban con alegría.
Le tomó toda la mañana caminar a través de las montañas hasta llegar al pueblo, pero estaba muy feliz. Sonreía como si estuviera en un sueño, porque estaba yendo a llevar a los niños los juguetes que él había hecho. Los niños pequeños del pueblo estuvieron muy felices también cuando recibieron sus regalos, y Esteru se pasó la tarde jugando con ellos y contándoles las historias que había aprendido de su padre cuando él era pequeño. Los niños y niñas amaron mucho a Esteru y después de aquel día ellos no se sintieron tan solos como antes.
Esteru se volvió muy conocido en los pueblos. Cada vez que él se acercaba, rápidamente era rodeado por los niños, y así fue recorriendo todos los pueblos de Cantabria y regalando los juguetes que él mismo hacía.
Esto sucedió durante muchos y felices años, pero una vez hubo una terrible tormenta que asoló los pueblos y montañas de Cantabria, la cual destruyó muchas casas y bosques. Los fríos y fuertes vientos y el sonido de los truenos dejaron a la gente muy asustada y trastornada, especialmente a los niños.
Ese día, cuando Esteru estaba yendo al pueblo, vio un rayo alcanzando la casa de los niños huérfanos y que rápidamente empezó a arder en llamas. Corrió muy rápido hacia la casa y vio algunos niños en una de las ventanas, muy asustados, gritando y pidiendo ayuda. Sin dudarlo ni un momento, llegó hasta la casa que estaba en llamas, cubrió a los niños con una manta para protegerlos del fuego, y los sacó de la casa a través de una ventana en el primer piso.
Pero mientras él estaba tratando de salir, una viga de madera vieja y grande del techo cayó sobre él. Esteru cayó con gran dolor y su fuerte y hermoso corazón se detuvo. Las personas en el pueblo lloraron cuando vieron la casa en llamas y supieron lo que había ocurrido, y se dieron cuenta de que no había nada que ellos pudieran hacer. Pero… en ese mismo momento fueron sorprendidos por una luz brillante que salí de la casa en llamas. Nadie podía ver lo que estaba ocurriendo allí adentro.
Pero dentro de la casa, el Hada que había encontrado a Esteru en las montañas, cuando él era un bebé, apareció junto a él y comenzó a llamarlo por su nombre con su dulce voz: “¡Esteru!¡Esteru!”. Y le dijo: “Esteru, tú has sido un hombre bueno, lleno de fe y de buen corazón. Has dedicado tu vida a hacer cosas para los demás, y has dado hasta tu propia vida para salvar a otras personas. Por eso, no quiero que te mueras. Yo quiero que vivas para siempre. De ahora en adelante, tú harás juguetes y otros regalos para todos los niños de este pueblo y de todos los rincones de Cantabria”.
“¡¡Y nosotros te ayudaremos!!”, dijeron todos los Enanucos, alrededor de Esteru.
Y así es como vino a pasar que, en las navidades, al final de cada año, Esteru va a todos los pueblos de Cantabria repartiendo juguetes y regalos a los niños para que sean felices. Los niños de todos los pueblos celebran la llegada de Esteru cantantazo canciones y esparciendo su mensaje de ‘valentía’ y ‘bondad’.
Esta historia ha sido recogida en Ruiseñada (Comillas) en el año 1985. Los comunicantes eran una mujer y un hombre que se llamaban Uca y Juanito
Algunas personas no creen que ESTERU realmente exista. Pero entre los cantabros hay un viejo dicho: todas las cosas que tienen un nombre existen, si nosotros creemos que existen.