Con esta curiosa denominación os presentamos hoy un postre procedente de Australia, aunque su nombre está inspirado en una famosa bailarina de ballet rusa llamada Anna Pavlova. Se dice que fue creado en su honor por el chef de un hotel de Perth (en el oeste australiano), donde se hospedó durante un tiempo. Hoy se ha convertido en un postre muy popular, que se degusta especialmente en vacaciones y en épocas navideñas.
En su aspecto externo, la pavlova es similar a un merengue. Para la receta de su elaboración necesitaremos entre cuatro y seis huevos blancos, una pizca de sal, ocho onzas de azúcar, una cucharada de vinagre blanco, media de esencia de vainilla y, por último, dos cucharadas pequeñas de harina, que puede ser de maíz o de maicena, como prefiramos.
Prepararemos la pavlova en el horno, por lo que lo primero que tenemos que hacer es precalentar éste a 200 grados. Batiremos las claras de huevo junto con la sal durante unos minutos, hasta que observemos que se han formado picos. Después agregaremos gradualmente el azúcar, el vinagre y la vainilla y continuaremos batiendo hasta el momento en que veamos que hemos creado una masa con la debida consistencia.
Colocaremos la mezcla en una superficie circular, previamente engrasada con algo de aceite, dejando un hueco en la parte central. Esto será lo que horneemos durante diez minutos a 200C; pasado este tiempo, bajaremos la temperatura a 130C y seguiremos horneando durante aproximadamente una hora.
Para obtener el aspecto cremoso de la pavlova que vemos en las imágenes, debemos dejarla reposar y enfriar (podemos hacerlo dentro del mismo horno). Por último, como sugerencias de presentación, podemos agregar fresas o kiwis a su alrededor, crema o nata montada.