En los últimos años Vigo se ha convertido en todo un referente mundial a la hora de decorar su calles con iluminación navideña, pero este año parece que le ha salido un duro competidor, ya que Cádiz se ha propuesto desbancarlo de este peculiar ranking. Para ello, el Ayuntamiento de Cádiz ha decido invertir 8,85 € por habitante en iluminación navideña, mientras que Vigo se que en un desembolso medio de 8,07 euros por habitante. Estos datos se pueden observar en la adjudicación que el consistorio gaditano ha hecho por algo más de 3,8 millones de euros con los que se cubre, además de la iluminación navideña, la festividad de Reyes, Carnaval, Todos los Santo y Nuestra Señora de la Palma.
Este nuevo contrato cuadruplica el presupuesto anterior, lo que ha suscitado diversas críticas del grupo opositor de la ciudad, ya que estiman que ese gasto medio podría llegar hasta los 17 euros si se incluyen otros eventos.
El Ayuntamiento, por su parte, ha desmentido las cifras proporcionadas por la oposición, explicando que lo estrictamente dedicado a la iluminación navideña se encuentra entre 890.000 y 990.000 euros, lo que sitúa el gasto en 8,85 euros por habitante. Justifican el incremento en que la iluminación este año abarcará más calles y plazas, pasando de 10 calles a 65 y de 14 plazas a 22, además de incluir espectáculos de música y sonido y la incorporación de luminaria no contaminante por valor de 152.000 euros.
No obstante, David de la Cruz ha criticado el gasto, señalando que mientras se invierte en luces, la ciudad enfrenta problemas como el «tarifazo del agua», que podría aumentar las facturas de los vecinos en unos 10 euros al mes. Además, denuncia que Cádiz es la única ciudad que gasta más en alumbrado extraordinario que en el ordinario, cuyo presupuesto se ha mantenido en 1.857.935 euros, equivalente a unos 8 euros por habitante, en comparación con ciudades como Vigo, donde el alumbrado ordinario supone 28 euros por habitante.
El debate está servido entre quienes consideran la iluminación navideña como un impulso al comercio local y la identidad de la ciudad, y aquellos que creen que el gasto es excesivo en un momento en que otras prioridades deberían tener más peso.