Lo que fue ya no será. Comenzamos el año con esta reflexión: Antes vs Ahora. Cuál es la mejor manera de celebrar la Navidad.
Ahora que se nos han acabado los días de Navidad, que hemos dejado el Roscón de Reyes para ponernos a perder grasa después de las fiestas. Justo cuando comenzamos a mirar hacia adelante con los propósitos de Año Nuevo, nos surge una nueva reflexión.
Terminan las fiestas y nos quedamos con una sensación de vacío. Atrás quedaron los días de celebración, comidas, magia y compartir; las manualidades de Navidad; los Amigos Invisibles… Se acabó. Enero nos trae nuevos comienzos pero también cierta nostalgia por lo que fue.
Personalmente, considero que esa nostalgia no sólo va del fin de las vacaciones. Es una nostalgia que va más allá… a otras épocas y otras maneras de celebrar la Navidad.
La Navidad trae consigo mucha magia pero también reflexiones… sobre lo que ha sido… sobre lo que es: Cuál es la esencia de la Navidad, cuándo la hemos perdido, qué está bien y qué está mal cuando se trata de enseñarle a nuestros hijos, por qué es ahora la Navidad tan… materialista.
Uno de los comentarios qué más oímos en estas fechas: ¨La Navidad ya no es lo que era¨… Pero, ¿por qué? ¿Cómo era antes?
Celebrar la Navidad
La Navidad como fiesta, como ritual, como fenómeno social, no es ajena a los cambios que ha experimentado el mundo. Es un fenómeno social vivo, marcado por la gente y sus formas de vivir, pensar y sentir… Formas que -nos guste o no- han cambiado mucho a lo largo de los años. Las Navidades no se han quedado congeladas, imperturbables.
De hecho, pocas celebraciones han evolucionado tanto como la Navidad durante los últimos 20 siglos. Se han ido incorporando múltiples tradiciones paganas y se han ido entre mezclando con diversas variantes de diversos lugares del mundo.
El Confidencial ha publicado una guía de la mano de Estrella Rodríguez Gallar, que recoge lo abarcado por la autora en el simposio ¨La Navidad a través del tiempo¨ y hace un interesante recorrido por esta evolución. Os compartimos algunos de sus apuntes:
Celebrar la Navidad: Antes
¿En qué momento comenzó a celebrarse la Navidad? Obviamente, no justo después de la muerte de Cristo. Los cuatro primeros siglos de la era cristiana presenciaron una lucha continua por dar a conocer una doctrina que terminaría siendo aceptada en el s. IV. Fue alrededor de medio siglo después, en el año 350, cuando el papa Julio I pidió que el nacimiento de Cristo fuese celebrado el 25 de diciembre, algo finalmente decretado por el papa Liberio. Resultaba mucho más sencillo cristianizar estas festividades milenarias paganas que hacerlas olvidar radicalmente y sustituirlas por otras.
Como recuerda Gallar:
“la Iglesia eligió estratégicamente una serie de fechas para celebrar las fiestas navideñas, consciente de la importancia que ya revestían los citados días para la religión pagana, por lo que resultaba mucho más sencillo cristianizar estas festividades milenarias que hacerlas olvidar radicalmente y sustituirlas por otras”.
Así, el 25 de diciembre es una de las fiestas simbólicamente más potentes de todo el calendario, cristiano y no cristiano.
Celebrar la Navidad: En la Edad Media
La mayor parte de tradiciones religiosas que llegan hasta nuestros días nacieron o se desarrollaron en este larguísimo período. “Entre las aportaciones del Medioevo a la liturgia navideña destaca su serena grandiosidad”, explica la autora.
Poco a poco, los siglos fueron dando forma a la Navidad tal y como la conocemos: el Adviento, ese período de entre tres y seis semanas acompañado por “meditaciones, predicaciones, oraciones y penitencias” se generalizó entre los siglos IV y VI y prolongó las festividades más allá de la propia Navidad. Es en este período cuando nacen las misas de Nochebuena, que podían llegar a ser tres: la primera de ellas, la del Gallo, es la más famosa, y debe su simbología al animal que primero anunció el nacimiento de Jesús.
El recogimiento, en esos años, empezó a compaginarse con la algarabía, marcada por el momento de adoración al Niño, momento en el que probablemente nacieron los primeros villancicos. Entonces, la Navidad era época de celebración pero también de misas, oración, tradiciones y reflexión.
Belenes y Reyes
El origen del Nacimiento que hoy en día se construye en multitud de hogares, ayuntamientos y establecimientos se encuentra en el pesebre, que cobró importancia a partir del siglo VII, cuando Teodoro I depositó los restos del pesebre original en Santa María la Mayor (Roma).
Mucho se ha escrito sobre los Reyes Magos, una de las figuras más abiertas a discusión de la cosmogonía cristiana, entre otras cosas, por la poca información que de ellos se da en el único Evangelio que los nombra, el de San Mateo. De ahí que terminasen concretándose en tres reyes –se llegaron a representar por docenas– que representaban “las tres razas conocidas a fines de la Edad Media”. Es decir, “los europeos representados por Melchor, los asiáticos por Gaspar y los africanos por Baltasar”.
Fueron el gran éxito de público de la Edad Media, como muestra la amplísima cantidad de obras artísticas cuyo tema es la Adoración de los Magos.
El festín de Nochebuena
No hace falta ser un genio para sospechar que nuestros antepasados no regaban la cena navideña con cava catalán ni solían comprar el marisco con un mes de antelación para almacenarlo en el congelador. Como siempre, el contenido del menú era una cuestión de clases, por lo que la mayor parte de europeos se alimentaban de “pan, hortalizas, verduras, legumbres secas, carne de cerdo, queso, leche, cerveza y vino” mientras que los nobles probablemente sí podían acceder a miel, caza, cordero y, de vez en cuando, pescado. Lo más importante no era la calidad o el costo de lo que se ponía sobre la mesa. Se trataba de estar agradecidos por tener algo que poner sobre la mesa, y compartirlo con los demás.
Celebrar la Navidad: Antes vs. Ahora
Durante siglos en España, la Navidad fue una de las principales herramientas de encuentro entre cristianos y musulmanes… y entre la gente en general. Lo que más atesoramos de esas navidades del pasado son las tradiciones más bonitas:
- Oración, reflexión.
- Compartir real entre amigos.
- Pero no sólo entre amigos. También echamos en falta esas ganas de conectar con los otros, más allá de las diferencias.
- Solidaridad.
- Espíritu de compartir con quienes más lo necesitan.
- El disfrute de los detalles y las cosas más sencillas.
- La inocencia de los niños.
- Tradiciones y cultura.
- Intención y deseos.
Ahora, pareciera a veces que muchas de esas cosas se han perdido. El contacto real ha sido en parte sustituido por el virtual; las tradiciones han quedado un poco de lado; la inocencia de los niños está cada vez más manchada con el materialismo que se impone sobre las cosas más pequeñas e importantes.
Tenemos ahora muchas herramientas como la tecnología, que nos permiten abarcar más. No permitamos que nos hagan abarcar menos, que nos separen de lo precioso de la Navidad. Usemos lo nuevo sólo como herramientas para potenciar lo que realmente importa. No olvidemos sembrar en nuestros niños el bonito legado de la Navidad.
Las Navidades de ahora tienen mucho que aprender de las celebraciones del pasado. Unido esto y aquello seguro podemos conseguir un mundo mejor… y ese es el mejor regalo que podemos hacernos.